Y es que la vida y el destino, sin darnos cuenta, nos guían hacia cosas que en un principio ni se nos pasan por la cabeza. Eso me pasó a mi, el destino hizo que a mi sobrina se le rompiera una de sus diademas preferidas en mi presencia, y cuando me di cuenta ya me había prometido a mi misma que le haría una y se la regalaría por sorpresa.
Era mi primera diadema, creí que me iba a costar más, pero me senté delante de mis materiales y mi mente se aceleró y mis manos no pudieron parar, y cuando me había dado cuenta ya la tenía hecha. Y con humildad os digo que creo que me quedó bastante bien, o por lo menos eso he percibido de mi sobrina, que le gustó tanto que tenía miedo a ponérsela por si la rompía. Entonces mi boca fue más rápida que mi mente y prometí hacerle otra, pero esa para otra entrada.
![]() |

No hay comentarios:
Publicar un comentario